Me llama la atención que todavía se siga hablando, en psicoanálisis, de "La caída del nombre del padre" o de "el mundo no es mas lo que era", o de "autoridad simbólica". estas formas de nombrar las cosas delata la edad de quien las nombra o lo que Lacan llamaba como no estar a la altura de la época (más allá del viejo o joven que lo diga).
Me gusta más como es nombrado por Leonardo Gorostiza, que dice algo asi como el "discurso contemporáneo". Me parece que es una forma de nombrar la época mucho mas acertada y mucho mas simple. Dice, al igual que Miller, que el discurso contemporáneo, que es el discurso del capitalismo-plus ciencia, genera sujetos sin causa que rechazan la alteridad. Fijense que interesante esta forma de nombrar esta deriva constante del sujeto contemporaneo que corre, pero no sabe a donde. Esto nos implica a todos: Aquí interrogo un conjunto, por supuesto intentando extraerme de él; y extraerme de él, ¿acaso no es la herejía a "todos en cristo"?
De cualquier forma, hablar en Lacaniano viene bien, viene bien porque agudiza un poco los sentidos y porque de alguna forma permite a un sujeto (en este caso yo (Je), pero también hay otros) correrse un poco de esta aceleración, de este "responder sin cesar y en perpetuo movimiento"
Lo que escucho, y muy seguido, es algo que Lacan había ya anunciado hace un tiempo en una entrevista que dió a Panorama, en el 74'y dice: "Hay una gran fatiga de vivir como resultado de la carrera hacia el
progreso. Se espera del psicoanálisis que descubra hasta dónde se puede
llegar arrastrando esa fatiga, ese malestar de la vida."
Y bueno, después, hay mucho de lo que se conoce como "suerte".
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